Míralo de lejos


Los años pasan para todos. A algunos le sientan bien y aunque el tiempo transcurrido se acumule entre arrugas y canas, son unos pocos los que pueden llevarlos sin problemas.
Claro esta, que uno desde su lugar de espectador siempre prefiere que estos mismos años pasados por la piel, no sean tan crueles con los afectos y con sus ídolos.

Dentro de este grupo, el de los ídolos, están los músicos. Estos que admiramos por distintos motivos que pueden ser desde la capacidad para comunicar desde la lírica o desde la música, emociones que inevitablemente son capaces de conmovernos,
Y aunque el crecimiento y la evolución artística es un hecho irrefutable, también el paso de los años hace mella en sus humanidades. Es que ellos, allí nos demuestran su mortalidad. La corpórea, porque uno ya entiende que el buen artista, siempre sea capaz de trascender con su obra... el ser inmortal no pasa por su capacidad de no morir físicamente, sino que es su arte el que realmente comunica y sigue.

En estos años, uno ha podido recorrer caminos y disfrutar junto a muchos otros de la obra de Solari. La devoción de los mas antiguos seguidores, la admiración de los contemporáneos y la sorprendente inquietud de los últimos en llegar, son cualidades que continúan repitiéndose en cada encuentro. 
Las multitudes han crecido, quizás movidas por las mismas situaciones mencionadas mas arriba. Es entonces cuando uno se pregunta si es esto lo que quedara escrito. Si es una obra de un escritor macabro que le permite al protagonista disfrutar realmente de su logro artístico ya en el final de su carrera o si es simplemente una casualidad. 

Nada nos sorprendería. El punto es, cuantos estamos dispuestos a cuestionar algo que parece complicado a esta altura de las circunstancias. Es el artista o es el publico? Quien sostiene a quien? Somos los de abajo del escenario los que mantenemos el mito sobre lo que pasa arriba? Es el músico que intenta no abandonar hasta las ultimas consecuencias a sus seguidores? 
Y en todo caso, porque lo hacemos y cual es el derecho o la obligación de complacer o no al otro?

Como dije al principio, los años pasan para todos. Es mas, cuando uno era mas joven quería estar casi al lado del artista viéndolo ejecutar su arte. Luego se conformaba con estar en el agite, porque entendía que eso era lo que los unía. Después paso a ser la visión la protagonista y el disfrute desde otro lugar mas lejano al escenario pero mas cercano a la manera de recibir el mensaje... Y así, de a poco es que uno va entendiendo que no hay que exigir nada del otro. Que el mito se construye en las tres dimensiones, o cuatro, o las que fueran necesarias para enriquecerlo aun mas y de a poco percibirlo con franqueza y sentirlo con el corazón. Porque solo de esta manera, a medida que el tiempo siga pasando tendremos la tranquilidad de disfrutarlo, simplemente al mirarlo de lejos...

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